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Cerámica y ceramistas

BUCAROFAGIA
 ( 10/05/2021 )


Natacha Seseña (1931-2011) nos pudo seducir y maravillar con la increíble historia de la bucarofagia, ya que en el cuadro de Velázquez “Las Meninas” del Museo del Prado se centra la atención en un búcaro que la Menina María Agustina Sarmiento ofrece a la infanta Margarita para que pueda mordisquearlo y verse pálida en la moda de la realeza y la aristocracia de los siglos XVI, XVII y XVIII.

La literatura del Siglo de Oro menciona de soslayo la bucarofagia, empezando con Góngora “Niña del color quebrado o tienes amor o comes barro” o Francisco de Quevedo en el soneto “A Amarili que tenía unos pedazos de búcaro en la boca”.
A lo largo del tiempo viajeros por España como Teofilo Gautier, Víctor Hugo, Madame d’Aulnoy e Hipolito Taine, entre otros, quedaban sorprendidos de la costumbre de comer búcaros.
Los búcaros están muy presentes en la pintura española en general y en los bodegones españoles en particular, además del cuadro “Las Meninas” mencionado anteriormente tenemos los bodegones del Siglo de Oro de Francisco de Zurbarán, Juan van der Hamen, Francisco Palacios, Juan de Espinosa , Antonio de Pereda y Giuseppe Recco.
Singularmente tenemos “El retrato de duquesa de Béjar” de Sánchez Coello, donde la duquesa parece sujetar un búcaro.
Los búcaros son pequeños recipientes de cerámica, que podían venir de Estremoz en Portugal, de Tierra de Barros en Badajoz e inclusive se especula que algunos podían venir de Jalisco en México.
Búcaro tiene su etimología en el latín “Poculum” básicamente taza o vaso, Natacha Seseña sugería que uno de los posibles orígenes de esta costumbre musulmana, documentada ya en Bagdad en el siglo X de comer ciertas arcillas y que pudo llegar a la corte española de los Austrias a través de los moriscos.
En aquella época se consideraba la blancura de la piel femenina como una apariencia de estatus social, además de algo especialmente seductor, haciendo todo lo posible para diferenciarse de las mujeres que trabajaban en el campo o parecían campesinas, algo muy evidente entre la realeza o la aristocracia.
En 2006 Natacha Seseña recibía la Medalla de Bellas Artes tal como vimos en la pág.53, núm. 103, además de las otras veces que ha aparecido en estas páginas: pág.60, núm. 37 y la necrológica de la pág. 53, núm. 123. Entre sus muchos libros destaca “La Cacharrería Popular” de Alianza Editorial. En 2007 nos hacíamos eco de un articulo con sorprendente titulo “Búcaros para Comer” de José Ángel Montañes en la pág. 55, núm. 105.
Comer barro era como una “golosina viciosa” tal como vemos en el diccionario clásico de Covarrubias a propósito de la definición de búcaro, además tenemos el entremés anónimo del siglo XVIII titulado “Los gustos de las mujeres, donde un señora confiesa “Yo señor, gusto del barro que me agrada ver que suena mascadito, poco a poco, en los dientes y en las muelas”. Todo lo que rodea la bucarofagia es ciertamente mágico.

Antonio Vivas

Fotos, de arriba hacia abajo:

Diego de Velázquez. "Las meninas", 1656. Óleo sobre lienzo, 320,5 x 281,5 cm. Museo del Prado, Madrid (Detalle)

Diego de Velázquez. "Las meninas", 1656. Óleo sobre lienzo, 320,5 x 281,5 cm. Museo del Prado, Madrid.

Natacha Seseña

 


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